viernes, 5 de marzo de 2010

Las invitaciones de boda, la creatividad al poder

Contra lo que pudieran pensarse no les hablo, de las invitaciones propiamente dichas a ese gran acontecimiento que es una boda sino de los invitados a la misma. Un verdadero dolor de cabeza, a la hora de decidirse a quiénes incluir en ese limitado listado, a menos que vayas a organizar una boda grandísima, algunos aunque no se desee hacerlo se quedarán fuera.

Ciertamente la boda es un evento social y familiar de gran importancia, ya todos los parientes desearán incluir a los amigos, a los compañeros de trabajo y a todo el que se les ocurra, después de todo nada como asistir a la unión de dos personas que comparten su alegría con el resto. Pero a ¿quiénes invitar, cuando la capacidad para armar la boda es limitada, y aunque lo quisiéramos no podríamos invitar a todos?
  • La boda civil es un acontecimiento más privado y menos formal que la gran boda religiosa. Para este no hace falta invitar a todo mundo, bastarán con los parientes más cercanos de ambas familias, los amigos más íntimos, los vecinos más cercanos y nadie más. En realidad no debieran de rebasar de 50 invitados en una ceremonia de lo más normal.
  • La boda religiosa es un estrés, ya habrán problemas con alguno que no sea invitado y otros tantos se resentirán por no invitar a todos los que ellos desearían. Atiende que la mejor forma de lograr contentar a todos es: invitar realmente a los conocidos, y no girar invitaciones generales en donde casi todo mundo se hará acompañar por alguien más, que probablemente ni tú, ni el novio y nadie más conoce, pasa frecuentemente.
  • Hay que girar las invitaciones concretas, para el señor y la señora B., y sus dos hijos. Un apartado donde se indica a cuántas personas esperan para acompañarles en la boda. Ocurrirá que alguno pasará por alto el detalle pero el 90% acatará la sugerencia, van los que han sido invitados y nadie más.
  • Todo mundo comprende que una boda tiene su costo económico y su significado sentimental, así que esos mismos comprenderán que no se giren invitaciones como por ejemplo, a toda la empresa donde trabajas, siendo que conoces a muy pocos, casi es ilógico que invites a todo mundo. No los conocerás mejor en pleno día de boda. Lo mejor es girar una invitación general a la boda religiosa, todos sabemos cuántos desechan asistir a este tipo de ceremonias. Y dar invitaciones a las personas más allegadas de tu entorno laboral, tu jefe, tus compañeros cercanos y lo mismo aplica para tus relaciones de orden estudiantil o social.
  • Hay que aprovechar el papel de la madrina y alguna damita de la boda, para que sea quien confirme vía telefónica una semana antes de la boda quienes asisten y quiénes no. Ten por seguro que eso hará de la boda algo más controlado que si ignoras cuántos llegan y cuántos llegarán sin avisar.
  • Los parientes de los contrayentes son algo difícil de contentar, ya todo mundo quiere compartir el evento con casi todo mundo. Hay que encontrar un punto de equilibrio y destinar unas cuantas invitaciones en igual número para todos, pero ese número debe ser limitado, básicamente el mayor número de invitados deben corresponder a las relaciones individuales de la novia y el novio, seguida por las de sus padres, y así sucesivamente en el núcleo básico familiar de ambos. Esto no corresponde a primos y demás que tratándose de un suceso como la boda, todo mundo felizmente quiere informarlo a todo conocido.
  • Existe la costumbre de invitar a muchos a la ceremonia religiosa y pocos al brindis, debe tenerse presente que la asistencia de los invitados está sujeta a la hora y la fecha, y las bodas en épocas decembrinas son de las más concurridas, sencillamente porque para entonces todo mundo está de vacación, deja un margen libre para los que puedan llegar sin haber confirmado.
  • La entrega de las invitaciones debe ser con suficiente antelación para disponer de tiempo para las confirmaciones, y muy importante es destinar a alguien que se ocupe enteramente de ello, ya notarás con que facilidad habréis organizado todo a partir de organizar bien la entrega y sobretodo decidir bien a quién se invitará al día más importante de tu vida.

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